PORQUÉ McCARTNEY

Fue amor a primera escuchada. Aunque antes de hablar del romance o del porqué principal de la nota, quiero contar la historia de cómo comenzó mi relación de «fan» con Paul McCartney y The Beatles.

Empezó de una manera lógica pero impensada, aunque ésto parezca una contradicción: quien me metió en el Mundo Beatle fue mi viejo, quien trajo a casa un disco extraño con dibujitos en la tapa. Lógico, suelen ser tus viejos o un amigo quienes te involucran con la música cuando sos muy chico.

De hecho, ese arte de tapa pertenecía a una película de dibujos animados cuya banda de sonido representa quizás el long-play menos contundente de toda la carrera de John, Paul, George y Ringo: la banda de sonido de la peli Yellow Submarine. Parte canciones, parte la orquesta de George Martin sonorizando un viaje colorido, bizarro y vanguardista por distintos océanos de ingenio. Medio disco beatle. Así y todo, fue amor completo, sin mitades. De una. Con urgencia. Descubriendo mundos.

Y esta pequeña historia de amor tiene la parte impensada de origen, porque mi papucho ODIABA el Rock. Asi decía él.

El final del cuento ya se lo imaginan: a mi viejo le salió el tiro por la culata cuando se dió cuenta que los Beatles… me empezaron a gustar. Incluso, y las pruebas están a la vista, me cambiaron la vida.

¿Rebelde yo?

No fue una lucha sencilla. No, no. Mi viejo era intenso en una forma no siempre positiva y tenía una forma particular de decir algunas cosas. Tenía menos filtro que una pipa. Y que el nene se desviara hacia el Rock -«al final, caíste con los Beatles, como todos» decía… (qué frasesita ¿no?)… para él era terrible. Ustedes no saben las barbaridades que don José decía de esos cuatro «drogadictos» y de los rockeros en general. Su frase de cabecera: «música de probeta». ¡Tremenda!

«Ok, pá, ¡vos empezaste trayendo ese disco!» pensaba yo, empezando a soñar con mi colección.

Así que valga un poco de contexto: mi viejo me trajo Yellow Submarine y otras gemas pedidas prestadas por mi primo Daniel (como el Wind And Wuthering de Genesis o el Moving Waves de Focus) para llevar a lo que en Argentina se conocía como un “asalto”, un baile que por lo general se organizaba en la casa de una chica, los chicos llevábamos alguna bebida y ninguna gana de bailar… se bailaba porque había que «conseguir chicas» .

José pretendía que BAILÁRAMOS CON ESOS DISCOS. Fanático de Raffaella Carrá y de la canción “El Teléfono Llora” (ese oído tenía), mi viejo osaba defenestrar con sus palabras a J, P, G & R y el resto de los ruidosos fascinerosos. Charly García siempre dijo que desconfía de la gente que dice que no le gustan los Beatles y cuando Charly está lucido y dice cosas, es imbatible. Y ésto que hacía mi padre me hacía desconfiar y preguntar si no me estaría haciendo una joda. ¿Bailar Focus, Yellow Submarine, Wind and Wuthering? Ya me costaba si ponían a los Bee Gees y Travolta, imaginen con los discos que me trajo papi.

Pero (casi) todos los improperios que le destinó a la banda que pintó al mundo de todos los colores se terminaron cuando lo llevé a ver a Paul McCartney en vivo el 11 de diciembre de 1993. Yo que siempre le desconfié tanto encono con el Rock, con ese show terminó de confirmarme que la suya era una postura que ya no podia sostener. Que no era solo cuestión de gustos y que tenía claras raíces con su formación .

En fin, gracias, viejo, por insistir tanto en contra de mis gustos. Y sobre todo por emocionarte con Paul esa noche que nunca olvidaré. Y, obviamente, gracias vieja, por escuchar tanta música conmigo mientras mateábamos. Esa noche también fue una forma de agradecerte tanto, todo.

Pero quedémonos con Sir Paul, culpable fundamental en todo ésto. El que terminó ablandando a don José. Porque este 18 de junio, el beatle de la cara de nene, cumple 80. Y es todavía un pibe que sigue jugando y dándonos alegrías.

Considerado casi unánimemente como el mayor compositor musical en vida y uno de los personajes más influyentes de la historia, el de las melodías únicas, ingeniosas, que le salen tan fácil que incluso en algún punto de su carrera hubo genios de escritorio que se arriesgaron a criticarlo por «cómodo». Insólito. Como si todo el tiempo hubiese que ser perfecto. ¿Tuvo momentos más flojos que otros? Por supuesto. Pero tras esos criticones, hubo quienes dentro del público querían escucharlos o leerlos y se enganchaban en una crítica generalmente sin fundamento. O exagerada.

El tiempo -y el incansable Paul- pusieron las cosas en su lugar y hoy se revisita parte de esos trabajos criticados entonces (sus álbumes Ram, McCartney II son los primeros que salen como ejemplos) y se los considera de suma influencia, sobre todo el segundo, para varias generaciones que fueron descubriendo esas canciones incluso décadas después.

No voy a guardarme ni una letra por evitar decir que es mi músico favorito. Lo es y por mucha distancia con el resto. Pero voy a explicar porqué lo es en mi caso, ya que Macca es el favorito de millones, no solamente el mío. E incluso de gran parte de la sociedad rockera, genios de verdad incluídos.

Voy a intentar hacer algo que no sé si está bien, y es tratar de intelectualizar una pasión. Es la nota que nunca escribí y siempre quise, aunque sólo fuera para mí mismo. Pero si llegaron hasta acá, los invito a seguir.

Por supuesto que primero vienen sus canciones: ¿qué otro compositor es capaz de decir que escribió un catálogo tan extenso de clásicos que suenan todos los días en todos los rincones del mundo, pero que además las interpreta como uno de los más versátiles cantantes del planeta? Sería ridículo empezar a nombrar esas canciones eternas y disímiles entre sí porque son centenares. ¿Quieren baladas? No empecemos. ¿Heavy metal, cuasi thrash a la Helter Skelter?¿Canciones para chicos? Yellow Submarine sigue siendo la preferida en el Reino Unido. ¿Música clásica? Hecho. ¿Experimentaciones, electrónica, ambient? Hecho. ¿Hacer un disco a lo crooner, en el edificio donde cantaba Sinatra? Ya está, como está ese pop irresistible, bailable, alegre, jodón y metido en envases de la más pura perfección. Sus lineas de bajo son tan melódicas que parecen canciones dentro de otras canciones.

Nadie en su sano juicio puede esperar que alguien -digamos, un ser humano- no se equivoque en 60 años de carrera, claro. Que es lo que cumple Paul este 2022 en octubre, si nos remitimos exclusivamente a su discografía principal, Love Me Do mediante, primer single de los Fab 4.

Multiinstrumentista, apasionado, incansable. Cumple 80 y está de gira, va a volver a presentarse ante generaciones de hasta siete décadas menor a la suya a reventarles la cabeza y el corazón durante el Glastonbury de la semana que viene. Como ya hiciera en el 2004, cuando su concierto allí se lo recuerda como uno de los más impactantes de la historia del mítico festival.

Pero más allá de todo ésto, y de poder decir que si no es que está escribiendo un ballet -ok, ya lo hizo- o un libro para niños -también, varios- o incursionar en lo que se nos ocurra, Paul SIEMPRE hizo algo que incluso sus tres amigos-hermanos-compañeros no podrían decir: JAMÁS PERO JAMÁS RENEGÓ DE SER UN BEATLE. SIEMPRE LLEVÓ ESA BANDERA CON ALEGRIA, ORGULLO, AMOR Y RESPETO, incluso en los 80’s cuando muchos se quisieron hacer los vivos y trataron de negar a todos los grupos «dinosaurios», con los pibes de Liverpool a la cabeza.

¿Y saben otra cosa? Irradia eso de ser un tipo normal, como sea que se pueda interpretar que sos normal si sos Paul McCartney. Y podría dar detalles personales de vivencias de normalidad hasta de mis propios hijos -fanas ellos- al cruzarse con él en su barrio londinense (St. John’s Wood). De hecho, creo que eso le llegó a jugar en contra alguna vez, porque ¿vieron que muchas veces se idolatra más a los famosos cuando son freaks, o maleducados o loquitos, simplemente porque, bueno, se hacen esa imagen de mito que no les sale en forma natural?

Él, que tiene más records que nadie (hasta el de ser el mayor vendedor de discos de la historia) siempre hizo la que creyó que había que hacer, con errores de imagen y todo. Pero poniendo su arte primero. No se mareó nunca.

Entonces ¿porqué McCartney? Porque cuando se la tuvo que jugar con un mensaje más fuerte que lo que pudiera decir con una tonta cancion de amor, lo hizo, y con coherencia. Porque a mí me puede gustar mucho el asado y la milanesa, pero la lucha que encara Macca por los animales y el planeta en general es digna de ser bancada.

Por eso McCartney. Porque nunca se puso por delante o por encima de su hermano John, nunca quiso jugar ese jueguito de compararse con un hermano como muchos periodistas de pacotilla quisieron hacer. Porque cuando los aplausos hacia el tipo experimental se los llevaba Lennon, Paul no salía a decir «miren que yo vivo en el centro de Londres en lugar de meterme en una mansión en la campiña porque salgo a ver a músicos de «vanguardia» (como si él no lo fuera, nunca) como Philip Glass o sumergirme en Stockhausen, o porque voy a ver qué son esos happenings en la noche londinense y me junto con Allen Ginsberg y salgo a bancar la revista IT, o porque me la paso experimentando con audios y videos que después -mucho después- algunos usarán para colgarse alguna medalla. O meterme a pleno en el underground de la cultura de Londres para estar siempre al tanto de la movida». Recién salió de Londres para refugiarse en una granja con Linda para escaparle al terremoto por la separación de The Beatles.

Por eso, McCartney. Porque sigue activo para que la mayor cantidad de gente posible pueda decir dentro de unos cuantos años «yo vi a McCartney». Como haría alguien si hubiera visto a Mozart dirigir una de sus sinfonías, o a Chopin ejecutar una de sus polonesas.

¿Tienen idea de lo que se pierden si no pueden llegar a ver un show de Paul McCartney, las sensaciones que transmite? ¿El (intentar) aguantar las lágrimas de emoción y de alegría por «el qué dirán» y darse cuenta que todos alrededor están en la misma?

¿Quieren ver pasión al servicio de la música, aún corriendo el riesgo de que tus socios de empresa (John, George, Ringo) se sientan mandoneados, en lugar de decir «alguien se está haciendo cargo de la Compañía»? Vean Get Back, el documental de Peter Jackson.

Quise intelectualizar una pasión y se ve que no puedo. Será la fecha. Será que el tiempo pasa para todos. Será que verlo como era a los 20 y verlo así como es a los 80 genera aún más emoción. Admiración. Respeto. Será porque fue el que más me acompañó en los mates con mi vieja y el que me ayudó a tender un puente con mi viejo. Decirle gracias por tanto es un eufemismo.

Será.

Feliz cumple, pibe.